Existe toda una mitología local entorno a este verraco. Sin duda se trata de una escultura zoomorfa, de cronología vettona y que parece representar un cerdo. Las últimas propuestas para explicar la razón de ser de estas esculturas (en su mayoría terneros, vacas o toros) afirman que este pueblo prerromano las disponían en zonas de pastos tanto para marcar los mismos como para que ejercieran una especie de protección mágica sobre sus ganados. Es por ello por lo que existen algunos diseminados por la comarca de La Moraña: aunque los vettones se asentaran en zonas más montañosas, venían hasta estas latitudes en sus movimientos trashumantes.

Existe la posibilidad de que las gentes medievales que pueblan la zona o los repobladores llegados de otras áreas, nombraran a la localidad haciendo referencia a la existencia de esta escultura en el término y que se les asemejara a un oso aunque sea obvio que se trata de un cerdo. Y menos mal que fue así…

Hoy en día se localiza, debidamente musealizado, en la plazoleta delantera a la iglesia.
La leyenda de El Oso se ha transmitido de generación en generación.

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