Este monumento es un homenaje a los “hijos de El Oso” que han dedicado sus vidas a los demás, bien sea como religiosos o como cooperantes.

La esfera representa el globo terráqueo, donde figuran los países en los que estos “hijos de El Oso” han desarrollado su labor y han dejado notar su presencia.

El monolito alude, de la manera más simple posible, a la presencia activa de estas personas. Una piedra levantada en el suelo está entre las primeras manifestaciones escultóricas de la historia del arte para significar algo en un lugar y ligarlo a una pervivencia en el tiempo; de igual modo, hemos colocado este bloque de granito que aún conserva en su cara posterior el recuerdo de su extracción en la cantera.

En la cara principal se han realizado unos grabados que sintetizan el hacer de religiosos y cooperantes:

  • Los ojos representan la mirada, la primera forma de contacto que se tiene con la población local al llegar a un nuevo lugar.
  • Las manos son el hacer, el símbolo del trabajo que acompaña la presencia de los religiosos y cooperantes, siempre involucrados en proyectos de desarrollo y mejora social.

 

El ejemplo de estas personas que con este monumento se significa permanentemente, nos recuerda y alienta en su compromiso ético de actuar en pro del bienestar del otro, considerado como un valor sobre el que construir la felicidad en nuestras propias vidas.

Abrir chat
1
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?