La iglesia parroquial data del siglo XVI. Tiene cabecera distribuida en tres capillas de planta rectangular y tres naves de sillería separadas por grandes arcos semicirculares.
Frente a las predominantes iglesias construidas en ladrillo y barro de La Moraña, las iglesias de una línea horizontal imaginaria que va de Hernansancho a San Pedro del Arroyo aparecen construidas en piedra. Ello se debe a la relativa cercanía de las canteras de Mingorría y Cardeñosa. Pese a la utilización de este material-base, la distribución espacial del edificio mantiene los modelos más arraigados en la tradición arquitectónica comarcal.
Todo el templo está cubierto con armaduras de madera. A los pies, una torre de sillería sobre la que se alza una espadaña de ladrillo con tres vanos para las campanas.
En el interior destaca su retablo mayor barroco, del siglo XVII, obra de Manuel Vázquez Moyano, ensamblador de Medina del Campo.
Otros elementos singulares son las lápidas y otros elementos pétreos, tanto en el entorno de la iglesia como en su recinto externo que se delimita con una tapia como a los pies de la espadaña.
Se trata de lápidas sepulcrales en granito. Presentan restos de inscripciones en la parte que se colocaba “vista”, aquella más trabajada. La iglesia cuenta con un pequeño atrio delimitado por una tapia en cuyo interior hubieron de localizarse diferentes enterramientos. Concretamente se aprecian dos, una con inscripción que se localiza apoyada en el frente oeste del recinto y otra lisa en la zona central. Posiblemente, estas lápidas de personajes “principales” se localizarían, originalmente, en el interior del templo.
Aparte de las antedichas, al menos otras dos lápidas se encuentran desplazadas. Se sitúan a los pies de la espadaña, fuera del recinto de la iglesia y en lo que hoy en día es una cuneta de la carretera de acceso a la localidad. Si bien una de ellas parece ser lisa y sin inscripción, en el otro caso si se trata de una lápida inscrita aunque no pudo ser leída puesto que su cara “vista” se encontraba volcada y tan sólo por el tacto se pudo asegurar que presentaba motivos epigráficos.